Desplazándonos hacia Urbión las precipitaciones en la provincia son máximas, alcanzándose en puntos como el puerto de Santa Inés registros de unos 1.200 mm anuales. Su régimen de lluvias y acusada microtermia han facilitado el desarRoyo de una vasta masa de pino silvestre (Pinus sylvestris) que cubre por completo los valles del Revinuesa, alto Duero y Ebrillos, ríos que aportan sus aguas al embalse de la Cuerda del Pozo.

La espontaneidad de esta especie de carácter eurosiberiano se le atribuye entre los 1.400 y 1.900 m de altitud; en los pisos bioclimáticos inferiores, con heladas menos intensas, se encuentran los dominios del rebollo, donde el pinar ha encontrado su vía de expansión favorecido por el hombre, lo cual queda patente en la frecuente presencia de un sotobosque de densos rebrotes de rebollo. En los pisos superiores conecta con el haya, donde adquiere una estructura mixta y toma mayor preponderancia el haya al avanzar hacia posiciones más septentrionales. Alejándonos del Urbión hacia el sur, en Pinar Grande, se mezcla con el pino negral (Pinus pinaster) en un relieve suave formado por sucesión de altozanos y vallejos; el pino albar ocupa los fondos de las vaguadas donde se crean las condiciones de inversión térmica y mayor humedad edáfica, y el pino negral ocupa los lugares más térmicos y soleados, en altozanos y divisorias.

Estos pinares forman la mayor extensión boscosa de coníferas de la Península Ibérica, dando lugar a un paisaje que recuerda a los bosques boreales de Siberia. Según registros fósiles de polen, el pino existe constantemente en la zona desde finales de la última glaciación cuaternaria del Würm, hace unos 12.000 años, tomando un papel importante en la recuperación de los bosques templados devastados por los intensos fríos. La oscilación climática cuaternaria, además de ser la principal responsable de la distribución actual de nuestros bosques, ha modelado el paisaje glaciar característico de las cabeceras de los valles en la sierra de Urbión, originando formas erosivas en glaciares de circo, que actualmente ocupan la Laguna Negra, Laguna Helada y Laguna Larga, entre otras. La Carretería y la Trashumancia han constituido dos diferentes formas de tradición nómada en el norte de la provincia. En Pinares encontramos pueblos como Vinuesa, Molinos y Salduero que han sido partícipes de ambos fenómenos sociales. Más hacia el oeste, tomó mayor importancia la carretería en pueblos como Covaleda, Duruelo de la Sierra y San Leonardo de Yagüe. Los Caminos Carreteros fueron transitados durante más de seis siglos por caravanas de carretas tiradas con bueyes y cargadas de madera, lana y otros productos de la tierra; por medio de éstos enlazaban con las vías de comunicación principal, que les llevarían durante un largo viaje de más de seis meses, hacia regiones como Aragón, Cataluña, Andalucía y País Vasco. Esta actividad supuso hasta el S. XIX la base socioeconómica de la comarca de Pinares, creándose la asociación de carreteros más importante de España. Ahora, la economía de la zona está basada en una industria maderera que mantiene el censo en una de las pocas áreas de la provincia; además está encontrando una de sus vías de expansión en la actividad turística, debido en gran medida a la belleza de sus bosques. Las mayores poblaciones son Covaleda y San Leonardo de Yagüe, con unos 2.000 habitantes cada una.

En lo que respecta a los espacios naturales de la red ecológica europea «Natura 2000» esta parte del GR transita exclusivamente por el LIC y ZEPA Sierras de Urbión y Cebollera, recorriendo todos sus tipos de bosques y paisajes de alta montaña.