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Largo y sinuoso trazado de 18,2 km que en su primera parte recorre en su totalidad un bello y sobrecogedor paisaje del cañón que forma el arroyo de la Hocecilla, para posteriormente, siguiendo caminos entre cultivos y zonas de matorrales, cruzar un tramo de bosque de encinas, antes de finalizar el recorrido retomando otro tramo entre cultivos hasta Alpanseque. El primer pueblo que nos encontramos es Marazovel, donde destaca la iglesia de la Santisima Trinidad.

La etapa concluye en la pequeña localidad de Alpanseque donde es remarcable su iglesia de origen románico, reformada por completo en el siglo XVII. Su elemento más notorio es la portada que se descubrió en el año 1985 y hasta entonces cegada. En el tímpano podemos contemplar una curiosa representación de un crismón sostenido por dos clérigos. En el interior se conserva un órgano, aunque en mal estado. Una buena parte del recorrido surca el paisaje cárstico que forma el arroyo de la Hocecilla, cauce de aguas subterráneas que tributan a la cabecera del río Escalote. Las aguas de lluvia que infiltran lentamente en las parameras adyacentes convergen en este cauce subterráneo que aflora en superficie en raras ocasiones coincidiendo con largos e intensos periodos de lluvia. Tras muchos miles de años de trabajo, sus aguas ocultas han ido horadando lentamente este singular cañón por disolución de las rocas calcáreas. Sus paredes verticales son el refugio y área de nidificación de una rica avifauna rapaz como el buitre leonado, alimoche, halcón peregrino, búho real y águila real, siendo uno de los lugares más destacados de esta comarca para la observación de aves rupícolas.

A la salida del barranco de la Hocecilla, el camino trascurre por un tramo de la Cañada Real Soriana Occidental, hasta muy cerca de Marazovel. Se aprecia muy bien por la banda ancha de unos 30-40 metros sin cultivar sobre la que se ha trazado el camino. Esta vía pecuaria, una de las cinco más importantes de España, nace en las sierras sorianas y riojanas de Cameros, Cebollera y Urbión, correspondientes al Sistema Ibérico septentrional, y finaliza en Extremadura después de recorrer más de 700 km.

Estas vías pecuarias, además de ser un magnífico legado cultural de nuestros ancestros, constituyen corredores naturales que han facilitado un importante flujo de especies vegetales y animales entre áreas biogeográficas y ecosistemas, cuyo vector más destacable ha sido el propio ganado lanar a través de sus pezuñas, lana y excrementos.

Alrededor del barranco calcáreo de La Sima encontramos una buena mancha de encinar, excelente representación de la pauta de ubicación de estos bosques en el sur de Soria. La encina (Quercus ilex subsp. ballota) es un árbol genuino de la Región Mediterránea y sus mejores bosques se dan en climas moderadamente húmedos y poco fríos de áreas próximas al mar. En las parameras de los Altos de Barahona, donde el clima es seco y frío en invierno, buscan el abrigo en pequeñas depresiones o en zonas rocosas de transición entre los cañones calcáreos y el páramo, formando bosques poco densos y casi rupícolas. Se comportan “como bosques de roquedo”, similares a los encinares sobre acantilados en las costas mediterránea y atlántica.

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Ciclabilidad

95%

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