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Etapa corta de 11,9 km que cruza a lo ancho las vastas dehesas de El Valle por un variado sistema de caminos y servidumbres entre prados de siega. Desde Sotillo del Rincón salta la sierra de Carcaña atravesando una densa masa de rebollar, por pista, cortafuegos y senda, que siguen la mayor parte el trazado del camino antiguo a El Royo.

La Iglesia de San Vicente de Molinos de Razón se encuentra en los aledaños del pueblo, desde donde se puede disfrutar de una espléndida vista de El Valle. En Sotillo del Rincón destacan las casas solariegas y rurales pertenecientes a indianos y mesteños, y la típica arquitectura pétrea del valle. El valle del Razón está formado por una sucesión de praderas de siega y dehesas arboladas de fresnos, robles y rebollos, formando un peculiar paisaje heterogéneo modelado por la acción de la ganadería extensiva. La existencia de las dehesas y su evolución está íntimamente ligada al fenómeno de la trashumancia. La peculiaridad de estas dehesas radica en su ubicación norteña, próxima a los agostaderos de las sierras en los inicios de las cañadas, en contraste con las dehesas más comunes de los extremos, en Andalucía y Extremadura.

Próximo al paraje de Pajarejos, existe un extraordinario grupo de robles albares (Quercus petraea) de más de cinco metros de perímetro, alzándose sobre una densa masa de rebollos (Quercus pyrenaica). Estos roblones son los mayores de la provincia, con escasa representación en estas latitudes y en regresión. Parece ser que, tras la degradación del robledal, el rebollar ha ido sustituyendo progresivamente al roble en sus enclaves. Estos valores naturales del entorno forman parte del espacio natural “Sierras de Urbión y Cebollera”, el cual responde a las necesidades de conservación y gestión de sus hábitats y especies naturales y vegetales más representativas de la zona.

La comarca de El Valle también está incluida en la Red Natura 2.000 como ZEPA (Zona de Especial Protección de Aves) y sus extensos robledales son el hábitat natural de especies como el milano real y negro, culebrera europea y aguililla calzada. Las laderas de las sierras de mayor altitud, tapizadas de brezo y matorral de montaña, albergan una de las mejores poblaciones de perdiz pardilla de la Provincia.

Para entrar a El Royo utiliza el camino antiguo de Sotillo del Rincón. Parte de este camino se ha perdido bajo otras vías más modernas; pero aún conserva, fiel al camino, un tramo de senda inmersa en el rebollar que finaliza a la entrada del pueblo, en los terrenos rojizos que podrían dar nombre a «El Royo». Junto al sendero, en un afloramiento rocoso de la zona de terreras, recientemente se ha descubierto un yacimiento de huellas de dinosaurio, estampadas en roca arenisca, a diferencia de las existentes en Tierras Altas que están sobre caliza.

El Royo, pueblo situado en la vega del Cintora, entre las comarcas de El Valle y Pinares, es otro pueblo de raigambre ganadera. En su término, bajo la sierra de Cebollera, a gran altitud, se encuentran extensas superficies de pasto conocidas en el argot mesteño como quintos (un quinto corresponde a la superficie de pastos a gran altitud para quinientos ovinos). Estos agostaderos daban pasto a miles de merinas, y constituyen uno de los puntos de partida de la trama compleja de vías pecuarias que forma en sus inicios la Cañada Galiana. De estos tiempos conserva casas solariegas con escudo y algunas de sus puertas con arco. Tiene en su entrada una cruz de piedra, típico de los cruces de caminos, que recuerda al rollo medieval y justiciero que no aporta su nombre a la toponimia local; ya que «royo» deriva por aragonesismo, de rojo, no de rollo.

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